jueves, 18 de julio de 2013

CARAMELO


El mes de Julio se lo dedico a mi nieto Agustín porque es el mes de su cumpleaños, y voy a mostrarles unas imágenes que  voy a titular : EL ROMANCE DE AGUSTÍN Y CARAMELO.
Estas escenas son de cuando nos visitó en Diciembre de 2011.









Ahora viene el cuentito que escribí con este personaje

*********
Dedicatoria



Mis amados Gonzalo y Agustín : abuela Hortelia les manda en forma de cuentito el resto de la historia de la vida de CARAMELO, vuestra amada pollita, que con mucha lástima tuvieron que dejar  para regresar a Tenerife.

Como ven se ha criado muy hermosa con todo el amor que le hemos dado entre todos. Ha venido corriendo  al llamarla por su nombre, como si fuera un perrito, eso nos producía una gran alegría a todos.

 Ha hecho muchas diabluras  que se la hemos festejado como a una niña consentida. Anair y Alfonso se hicieron cargo de ella, y allá está disfrutando de todo aquello tan verde y espacioso  en compañía de sus congéneres, enamorada de un precioso pollo bataráz. Está feliz, y nosotros junto con ella al verla como disfruta.

 Cada lunes cuando vamos tienen algo nuevo que contar sobre CARAMELO y yo trato de hacer que ella se los cuente a ustedes a través de estas páginas.

La próxima visita que nos hagan, la van encontrar hecha una señorona y madre quien sabe de cuantos pollos.

Espero que les guste lo que leerán a continuación.

Amar a estos seres hacen posible disfrutar a los Reinos de la Naturaleza.

Todos formamos parte de la Tierra: “todos somos uno”.
 

                             Abuela Hortelia.
 
CARAMELO 
¡Hola amiguitos!, soy Caramelo, una pollita ponedora, y quiero contarles de mi vida. 
Éramos muchos …

Una mañana estando yo con mis muchos hermanitos para la venta en una veterinaria pía que te pía deseando que alguien nos comprara para salir de aquél encierro – se acercan dos niños acompañados de su papá en busca de una mascota.

 


Según me enteré, habían llegado el día anterior desde un lejano lugar – la isla de Tenerife, que es una de las siete islas Canarias y que pertenecen a España..

Vinieron a visitar a sus abuelos, dos de los cuales moran a la vuelta de donde me encontraba.

Me eligieron por el color
Como los niños viven en un apartamento, decidieron que en cuanto llegaran a Florida se comprarían una mascota para cuidar y mimar, para no extrañar a Boby, el perro, la tortuga y los perenquenes, que quedaron al cuidado de unos amiguitos.

Cuando nos vieron no sabían con cual quedarse, pero se enamoraron de mí por el color de azúcar quemada, de ahí salió el nombre de Caramelo.

Así que todos alborozados salieron de la veterinaria conmigo en una cajita junto con una bolsita con mi alimento.

En cuanto llegaron a la casa de sus abuelos corrieron a ponerme en la gramilla del jardín; aquello me pareció maravilloso ¡cuánto verde y flores!, yo miraba encantada todo aquello, mientras ellos con sus abuelos, me miraban llenos de alegría, pues ya tenían una mascota a la cual llamar por su nombre ¡CARAMELO!.
 

Con Gonzalo.
 


Enseguida corrieron a traerme un recipiente con agua y otra con el maíz pisado para que me alimentara y creciera preciosa.

Todo aquello era nuevo para mí, pero en ese jardín  habían muchos gorriones y chingolos, además de un casal de palomas torcazas, un benteveo, y un hornero que se paseaban muy tranquilos comiendo las semillas de las flores con total confianza.


 

 
 

Los otros habitantes del jardín.
 

Luego de unas horas decidieron llevarme a la casa de los otros abuelos para que me conocieran, así que, vuelta a la cajita y a ver caras nuevas.

Estos son Blaky y Lulú.
Allá llegaron conmigo haciendo gran alboroto, yo no hacía más que piar ante tantas emociones. Sus abuelos no hacían más que ponderarme al verme tan linda, como un pomponcito color caramelo. Pero ¡vaya sorpresa!, de pronto aparece un perro negro ladrando – llamado Blaky  que también me quería conocer, ¡qué susto! Si me llega a morder ¡adiós Caramelo!;  luego apareció una gata – Lulú -  ¡esa sí era peligrosa!, ya que en cualquier descuido podía devorarme …
 



Así que luego de estar un rato, ante el peligro que representaban el perro y la gata, decidieron llevarme a la casa de los otros abuelos donde no corría peligro.

Por la noche me volvían a poner en la cajita y me llevaban para adentro por temor a que me comiera alguna rata.

Así se fueron deslizando los días entre mimos y corridas por el patio de la casona, ya que lo prefería a la gramilla; me gustaba estar frente a la puerta del patio pues me sentía más acompañada por los abuelos que se entretenían en mi ir y venir y allí fueron a parar mi recipiente con agua y el del maíz pisado, además el del pan remojado que me ponían los abuelos, ¡ estaba como una reina!, ¡ si habrán tenido pollitos cuando eran niños!; mi presencia seguramente les recordaba esa época.
 

Me gustaba el patio de los abuelos

Ocurría que tanto el maíz como el pan remojado atraía a los gorriones y chingolos que vivían allí desde siempre; al principio yo los corría, no quería compartir mi comida con ellos, ¡que egoísta que era!, luego comprendí que tenía que hacerlo, ya que vivía todo el tiempo corre que te corre detrás de ellos sin disfrutar de nada, así que decidí dejarlos que comieran todo lo que quisieran, ¡qué felices que estábamos todos juntos compartiendo el rico alimento, me hice de grandes amigos con quien conversar.

Iban pasando los días y yo iba lentamente perdiendo mi plumoncito y saliéndome alguna plumita y mis queridos niños tenían que volver a Tenerife a continuar con el colegio al que estaban faltando, así que un día se despidieron de mi dejándome al cuidado de los abuelos, ellos encantados de hacerlo ya que estaban locos de amor por mi.
 

El maíz pisado y el agua siempre limpia.







Fuí creciendo bajo el cuidado de estos abuelos que seguían entrándome de noche, mis alas ya tenían unas plumas grandecitas y  un día decidí quedarme afuera y elegí un lugar para pasar la noche debajo de un macetón.

Junto con mis plumas nuevas llegaron mis travesuras, ya que podía subir adonde yo quisiera; una de ellas era escarbar los canteros y trepar en los macetones llenos de flores escarbando y echándome en el pozo que hacía  toda esponjada. para desespero de la abuela. Además de toda la tierra que tiraba, picaba las hojas de las preciosas plantas que con tanto amor cuidaban. 

¡Cómo me gustaba subirme a las macetas y escarbar!

Después me echaba a disfrutar






Un día escucho que la abuela le dice al abuelo: - vamos a tener que llevar a Caramelo a lo de Alfonso porque me está destrozando las plantas -.

Así que un día, - luego de mucho correrme - ¡ pobres abuelos! lograron agarrarme; pero era que yo no me quería ir ¡ vivía como una reina!. La abuela  en cuanto se levantaba por la mañana , lo primero que hacía  era llamarme por mi nombre y yo acudía presurosa, pues ya me traía mi alimento y la vasija con agua limpia; mientras me hablaba y me decía lo preciosa que estaba, además me contaba que Gonzalo y Agustín preguntaban por mi y me mandaban besos. 

 Acá estoy dueña y señora del jardín de los abuelos. 




Así que ese día marcharon conmigo en una caja, para el campo, a La Tatucera de Alfonso, donde luego me enteré que es el lugar donde vivió el ratoncito Miguel.

Yo me preguntaba como sería ese lugar que era tan nombrado por Gonzalo y Agustín.¡ queda unos cinco kilómetros de Florida, en el paraje de La Macana. Cuando llegamos sentí unos fuertes ladridos llenos de alegría, luego me enteré que eran de Chacurra, la perrita mimada de la abuela, que conoce desde lejos el auto que los llevaba.


Recién sacada de la caja.


Fueron recibidos por Alfonso y Anaír que ya sabían de mi llegada. Cuando los abuelos abrieron la caja y me pusieron en el suelo, miré para todos lados, ¡el lugar era precioso!, había un gran árbol, un aljibe, un precioso jardín y una planta de hojas muy grandes que, en cuanto la vi me dije:  - Caramelo este va a ser tu refugio - .

En cuanto la ví me gustó para dormir


Estoy haciendo un reconocimiento del lugar.


Luego de hacer reconocimiento del lugar y de escuchar las ponderaciones de lo preciosa que era, me quedé tranquila con ellos en ese patio, picoteando por acá y por allá pero sin perderlos de vista.

Dentro de la casa cuando entraron a tomar el té.
 

Llegó la hora de tomar el té y marcharon todos para la casa, y yo con ellos, siguiendo a los abuelos.

Dentro de la casa, mientras ellos tomaban el té yo la recorría a placer; me gustó mucho, también habían plantas en unas lindas macetas para yo escarbar … si me lo permitían. 
 

Luego que los abuelos se marcharon me dejaron en manos de Anair, ella sería junto con Alfonso los encargados de cuidarme. Cuando se hizo la tardecita me refugié en

la gran planta que vi al llegar, ¡qué buen lugar para protegerme y

dormir debajo de sus grandes hojas!.

El lugar que elegí para dormir. 


Seguí haciendo diabluras dentro de ese patio escarbando el jardín. Saliendo de ese lugar cercado por un tejido, vi cantidad de gallinas, pollos y pavos; algunos al verme venían a curiosear y de paso se comían mi maíz, eso no me gustaba nada y Anair los tenía que correr.

A veces me siento con ellos a escuchar lo que hablan.

 

Además de gallinas hay muchos pavos, entre ellos, blancos.


Mamá con pollitos …



A la semana siguiente cuando volvieron los abuelos salí a recibirlos, me encontraron más grande, con otro color de plumas, eran más oscuras, además me estaban saliendo plumitas en la cola. Según ellos ¡ estaba preciosa!.

A todo esto me costaba integrarme con las demás aves, ya que con Anair nos queríamos mucho; cuando ella no me veía me llamaba y yo aparecía feliz y contenta a tranquilizarla. La acompañaba mucho dentro de la casa, iba a los dormitorios, y las camas estaban tentadoras para dormir una siesta en ellas.

Paseándome por el entre patio.


Sigo creciendo, vean las plumas de mi cola. 

Así fue pasando el tiempo, seguí creciendo y todas las semanas recibía la visita de los abuelos que no se cansaban de hacerme fotos para enviarle a los nietos, además me traían el rico maíz que yo devoraba durante la semana. 

La abuela me tira maíz en cuanto llega.



El gallo bataráz, mi enamorado.


Me convertí en una hermosa gallinita que se integró a todas las demás; entre ellas había un pollo joven como yo, pero de plumas batarazas con el cual nos hicimos amigos y nos enamoramos, así que llegó el momento de empezar a poner huevos y elegí para hacerlo el colchón de una cama que hay en una habitación afuera; justo Anair estaba dándole de comer a los otros cuando me vio salir cacareando alegremente para afuera, entró a mirar y se encontró con mi precioso huevito, ¡qué alborozo! ¡Caramelo había puesto su primer huevo!, ¡justo era día de ir los abuelos, así que tenían esa novedad para contar! 
 
Por la tarde cuando ellos llegaron se enteraron del acontecimiento y se llevaron el huevito.
  

¡Mi primer huevo!


En los brazos de la abuela.



Pero al otro día quise poner otro y se me ocurrió hacerlo en la cama de Alfonsito, ¡tan linda y calentita!, pero   me vio Anair y más pronto que ligero me agarró y me llevó para donde había puesto el primero, en cuanto me soltó, largué el huevo y así toda la semana; pero el otro día en que ella estaba muy entretenida en la cocina, yo con mucho sigilo entré a la casa y ¡zas! me meto en el dormitorio de Alfonsito para poner mi huevito en su cama, algo que yo deseaba hacía ya tiempo. Pero ¿con quién me encuentro dueño y señor de la cama?... con Casius, el gato mimoso de la casa, pero no me importó, igual salté y me acomodé en ella, ¡mi sueño se cumplió, poner en esa cama tan calentita! Jajaja. Casius no se movió, siguió durmiendo; luego de poner mi huevo vuelvo a salir, ¡vaya sorpresa la que se llevó Anair cuando entró al dormitorio!, así se lo contó a los abuelos cuando estos fueron como todos los lunes.



Casius y el huevo que puse en la cama de Alfonsito.
 

Amigas y amigos con los que comparto el lugar.


El otro día tuvieron que salir y dejaron todo trancado y yo no tenía donde poner mi huevo, traté de entrar por una ventana al cuarto de Alfonsito, pero no pude, así que me tuve que ir a la pieza de la enfriadora y lo puse sobre una mesa.

Ahora soy una preciosa polla ponedora de cresta grande y muy roja – señal de lo bien alimentada que estoy – y me he integrado totalmente con los demás animales; he abandonado el entrepatio y me he hecho de muy buenas amigas y amigos con las que comparto la vida en ese hermoso lugar.

A todo esto, los abuelos comentaban que en algún momento me voy a encluecar y hay que guardar mis huevos para hacer el nidal; en cualquier momento ¡voy a ser ¡mamá! 
¡¡¡MAMÁ CARAMELO!!! 
*********
Ya hace más de un año que me encuentro viviendo en La Tatucera; feliz con tanto espacio verde, y libre como una mariposa.
Sigo siendo la "niña mimada", con total libertad de entrar y salir de la casa a placer;como la abuela cuando viene los lunes siempre me trae una bolsita con maíz y lo pone sobre una mesita auxiliar en la cocina, yo sola me sirvo de él. A veces entro a los dormitorios y me echo en alguna de las camas disfrutando de su calidez.
Pongo mi huevito diario para que la abuela se los lleve todos los lunes para disfrutarlos con el abuelo.
Ella me saca fotos para que Gonzalo y Agustín vean lo preciosa y feliz que estoy acá en lo de Alfonso.
Así que por ahora me despido ya que no tengo nada más para contarles.
                         Caramelo.
 
Un abrazo a todos y cada uno!!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario