miércoles, 11 de septiembre de 2013

Tomás de Iriarte



Tomás de Iriarte
(Puerto de la Cruz, 1750 - Madrid, 1791) Escritor español. Fue junto con Félix María de Samaniego uno de los fabulistas más importantes del siglo XVlll.

  Conocido por sus Fábulas literarias, consideradas de mayor calidad poética que las de Félix María Samaniego y donde abunda un elemento muy raro en este tipo de composiciones, la originalidad, también en los aspectos formales, ya que ensaya gran número de estrofas y versos que se adaptan curiosamente a los temas tratados en ellas, haciendo alarde de un gran dominio de la versificación. Muchas de sus fábulas incluyen alusiones a literatos de la época y en el prólogo reivindica ser el primer español en introducir el género, pasando por alto las contribuciones de su enemigo Samaniego.
  


Su mayor popularidad se debió a las Fábulas literarias (1782), publicadas un año más tarde que las de Samaniego, donde reunió una serie de poemas satíricos y moralizantes que encierran muchas veces una burla feroz de sus coetáneos. El autor aplicó a estos apólogos los preceptos clasicistas, se hizo eco de las ideas estéticas imperantes en su tiempo y se sometió a las reglas de universalidad, unidad formal y didactismo.
A pesar de que sus versos presentaron una mayor variedad métrica que los de Samaniego, y buscaron la máxima sencillez y claridad, las rimas resultaron un tanto forzadas y nunca alcanzaron la vivacidad de las de su rival. No obstante, el gran acierto del autor consistió en trasladar fielmente al género fabulístico las normas dictadas por la preceptiva, como puede apreciarse en piezas como "El burro flautista", "La mona", "Los dos conejos" o "El caballo y la ardilla". 

***
El burro flautista
 
Ésta fabulilla,
salga bien, ó mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.

Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.

Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.

Acercose a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.

En la flauta el aire
se hubo de colar;
y sonó la flauta
por casualidad.

Oh! dijo el borrico:
¡qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!

Sin reglas del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad. 
 ***

El buey y la cigarra

Arando estaba el buey, y a poco trecho,
la cigarra, cantando, le decía:
¡Ay!, ¡ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho!
Pero él la respondió: Señora mía,
si no estuviera lo demás derecho,
usted no conociera lo torcido.
Calle, pues, la haragana reparona;
que a mi amo sirvo bien, y él me perdona,
entre tantos aciertos, un descuido.

Moraleja:

¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil!
Una cigarra al animal más útil.
Mas ¿si me habrá entendido
el que a tachar se atreve
en obras grandes un defecto leve?
***


El sapo y la lechuza
 
Una lechuza encontró buen refugio, en el hueco de un gran árbol. Y como sus hábitos son nocturnos, nunca dejaba el hogar en horas del día, por lo tanto sus vecinos no la conocían.
Un día, paso un sapo y se detuvo bajo el gran arbusto y le dijo:
-Señora lechuza, ¿porque no asoma su cabeza, por la ventana así podremos comprobar si es bella o fea como suponemos?-.
La lechuza se asomó, mirando fijamente al sapo - que era mucho mas feo que ella- y le respondió:
-Es verdad no soy bonita, por eso no salgo de día, pero usted que hace por aquí a estas horas, haciendo gala de su belleza, ¿No estaría mejor metido, dentro de algún agujero?

Moraleja: Algunos vanidosos, que creen ser perfectos, por mostrarnos sus galas nos muestran sus defectos.
 
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Vayan comparando para ver que fabulista les gusta más. 

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