miércoles, 15 de mayo de 2013

Yo, Princesa



He decidido publicar para compartir con ustedes este cuentito anecdótico que escribí hace cerca de diez años para mi nieto Gonzalo.


YO... PRINCESA



PRÓLOGO

En la maravillosa aventura que es VIVIR, vamos recorriendo distintos caminos experimentando y tratando de que se cumplan nuestros sueños.

Esos sueños largamente acariciados llenos de fantasía de cuando somos niños; los de adolescentes llenos de desafíos …

Unos se cumplen , y otros … seguimos esperando por ellos de que un día se cumplirán.

De adultos también soñamos, con cosas grandes o cosas simples … como es:  tener un perro .

Ese era mi sueño desde que tuve mi propio hogar,.

Mis hijos tuvieron otros animalitos a quienes mimar y consentir … pero no un perro, ya que el padre no estaba de acuerdo. 
 ***
 

Pasaron los años … se fueron de la casa y nosotros estábamos poco en ella:  ¡imposible tener un perro!.¿Quién lo cuidaría? …

Pero llegó un momento  en que gastamos la “cuota” que Dios nos dio de paseos lejanos.

 Fue cuando más sentí la necesidad de tenerlo, pero … sabía que por propia elección nunca llegaría, ya que Ramón seguía sin estar de acuerdo.

Pero Dios que consiente a Sus hijos, sin  importarle que alguien se oponga a ello, se valió de nuestra hija para que en este hogar entrara uno … ja ja ja .

Sabía que este padre muere por sus hijos y cualquier cosa que alguno de ellos le pidiera  … no se lo iba a negar.

Así fue que una mañana temprano sonó el teléfono.  Era nuestra hija que le pedía con voz llorosa si podía traer a casa por unos días una perrita que había recogido de la calle .

Por supuesto le dijo que sí y esa tarde  la esperó en la Terminal de ómnibus. Había que verlos!.  Aparecieron cargando una jaula grande como para un león.
  ***
Cuando llegaron a casa y la abren, salió una perrita pequeñita, flaca, renga y adormilada.
Nuestra hija le había puesto por nombre Milagros.
Ahora la dejo, para que ella cuente su historia y la estadía con estos abuelos de la casona, ya que como todos los demás animalitos  lo han hecho … ella también.
 Ojalá les guste.
Con amor para mis nietos Gonzalo y Agustín allá en Tenerife.
                          Abuela Hortelia.- 
 ***
 
Soy Princesa, antes tuve otros nombres, pero para que sepan por qué, tengo que contarles mi historia de cómo llegué a las manos de la amorosa amita que es hija de los abuelos.
Soy de Montevideo , que está a cien kilómetros de la casa de ellos. Viven en una ciudad muy tranquila y hermosa como su nombre..,¡Florida! .
Según parece, por lo que  escuché contar a mi amita, cuando iba cruzando la calle  fui atropellada por un coche que siguió su marcha.
 Sin embargo otro coche frenó a mi lado y con mucho amor su conductor se bajó , me recogió y me puso a salvo sobre la vereda .
La vecina Eugenia estaba mirando por la ventana y vio todo lo que me pasó.  Salió presurosa de su casa para ayudarme. 
 
Fue en busca de mi amita, Marichú.  Ella también ama mucho a los animales.
Siempre está recogiendo de la calle perros abandonados y los cuida con mucho amor hasta conseguirles nuevos amos.
Me  hicieron una casa con una caja de cartón, me curaron las heridas y me dejaron bien abrigadita en la vereda frente a la casa de Eugenia.
Decidieron llamarme Milagros.  Era un verdadero milagro que estuviera con vida!.
Todos los días me venían a ver, a darme cariño y comida, y también a curar las heridas.
Fueron pasando los días y entre sus cuidados y el amor que me daban me fui recuperando.  La patita lastimada iba mejorando.
Un día comenzó a llover mucho, había viento y hacía frío.  Sentí ganas de estar con Marichú. Fui en busca de ella.
Me costó trabajo llegar aunque la casa estaba a unos metros .  Aún no podía caminar muy bien … ¡pero llegué!. 
 
Entré al jardín y  … ¡aleluya! … ¡allí estaba ella mirando por la ventana hacia fuera !;¡ parecía que me estaba esperando! , ¡qué alegría !.
Ella en cuanto me vio salió corriendo a abrir la puerta para hacerme entrar. Yo estaba totalmente mojada y con frío, deseando que sus manos amorosas me secaran y me dieran de comer.
De ahí en más pasé a ser la consentida de la casa, a pesar de que ya hacía años que estaban Tomás, Lorenzo y Murga que se disputaban los mimos de quien elegí como mi amita.
Un día de enero entré en celo. Las perras y los perros no debemos estar juntos en esos días, así que decidió pedir a sus padres que me tuvieran unos días. ¡Dónde iba a estar yo mejor cuidada que en la casa de sus padres! 
El abuelo no quería tener un  perro … pero igual se armó de coraje y llamó.
Así que una mañana temprano lo hizo y ¡justo atiende él! … y ella con voz llorosa  le pide si me puede llevar por unos días.
Como no podía decir que no a su amada hija … para Florida marché en una jaula que ella consiguió.
 

Para que tuviera un buen viaje y no me asustara de estar en la jaula, me dieron una pastilla que me hizo estar bien tranquila, medio dormida. Por eso cuando salí de la jaula en la casa de los abuelos, aún seguía adormecida.   

Sin embargo recuerdo que hubo exclamaciones de alegría al verme y eso me gustó mucho.

Mi ama me hizo muchos mimos y me dijo que me iba a encantar estar en esa casona tan amplia y con un lindo jardín.

Cuando llegó la noche y todos se retiraron a dormir, yo me fui con mi amita para su dormitorio y me acosté al lado de su cama sobre mi alfombrita que ella había llevado.

Dormí de un tirón, pues estaba cansada del viaje. Así que por la mañana ya desperté en mi nuevo hogar, e hice reconocimiento del mismo.

Toda la casa está muy llena de luz y el jardín lleno de pajaritos que vienen en busca de sus miguitas mañaneras, ya que los abuelos los tienen muy consentidos.
 

Yo miraba todo  con asombro y pensé “aquí lo voy a pasar muy bien” .

Sin embargo, el abuelo no quería que yo estuviera adentro.  Cuando su hija se fue sacó mi alfombra y mi vasija de comer para el patio.

Cuando llegó la noche y se fueron a acostar … ¡cerró la puerta y quedé afuera!, ¡Yo que estaba acostumbrada a dormir adentro!.

Cuando apagaron la luz me puse a llorar y a arañar la puerta. ¡Tenía que lograr que me dejaran entrar!

Logré que el abuelo se levantara, pero … toma mi alfombra la lleva a la barbacoa … y a mí también!.. Ahí redoblé mi llanto ¡ yo quería estar adentro con ellos!

Escuché que decía:”los vecinos no podrán dormir con estos llantos!”. Y así fue como volvió para hacerme callar.  Entonces, yo, rápida como la luz me escabullí y entré a la casa corriendo.

 Salté a la cama donde estaba la abuela, porque sabía que ella me iba a defender. Así lo hizo, no permitió que me volviera a sacar al patio. ¡Qué alegría sentí!. 
 

Pusieron mi alfombrita a pocos metros de su  dormitorio y cuando apagaron la luz abandoné mi cucha y … ¡me fui corriendo a dormir sobre la alfombra que está junto a la abuela!.

Yo sabía que con ella me iba a llevar muy bien.

A los pocos días de estar en la casa llegó el pequeño nieto Gonzalo, con sus padres Annie y Joselo.

¡Qué alegría!, ¡un niño!.

!Enseguida nos hicimos grandes amigos!, Era muy bueno conmigo.

Todo el tiempo lo pasábamos juntos. El padre de Gonzalo me  compró una correa  y así le era más fácil al niño pasear conmigo.

¡Dimos tantas vueltas a la manzana!. 

Gonzalo corría tras de mi  … ¡feliz!.
A veces, tenía que esperar a que yo dejara de olfatear al pie de los árboles ja ja ja.



Pero un día, mientras ellos almorzaban descubrí que la puerta cancel había quedado ¡mal cerrada! …, entonces me dije : ¿porqué no salgo a recorrer por mi cuenta y así conozco un poco más de esta linda ciudad?.
Y así lo hice.
Cuando la abuela se dio cuenta, ¡4 horas después! pensaron que me había perdido …
¡Dicen que fue un alboroto no solo en la casa , si no también en el barrio!, avisaron hasta a la policía!.
¡Me buscaron en auto … motos … a pie … y nadie me había visto!.
Pasé la noche fuera de la casa.  Me hice de buenos amigos en la escapada.
Al otro día, sobre el mediodía estaba muy entretenida con  mis nuevos amigos, cuando ¡oh sorpresa! ¡ la abuela llega muy contenta junto a mi y me levanta en brazos!
¡Me habían encontrado!.
(luego me enteré que una señora me había visto y les había avisado dónde estaba).
  


El recibimiento en la casa fue lleno de algarabía ¡nunca pensé que me quisieran tanto!.
De ahí en adelante se redoblaron los mimos que me hacían: colchón nuevo, mantita nueva; ¡ Era de no creer!.
Yo era muy feliz en la casa de los abuelos. Tuvimos una fiesta.  Bautizaron a Gonzalo y hubo niños invitados que vinieron también a jugar conmigo . ¡Todo muy divertido!
Así fueron pasando los días hasta que Gonzalo y sus padres volvieron a Tenerife.
Mucho extrañé al niño, nos habíamos ¡hecho grandes amigos!.



 Mi amita me venía a visitar seguido y ¡era tanto lo que me mimaba!, que cuando se iba yo quedaba triste, pero la abuela enseguida me sacaba de mi tristeza, porque ella también mucho me quería y consentía.





Cuando estábamos las dos solas me mimaba tanto que era de no creer.

Yo pícaramente  me acostaba en todas las alfombras y sillones de la casa . Un día ella me dijo: “en verdad que pareces una Princesa durmiendo en alfombras y sillones” y desde ese día decidió que así me llamaría, Princesa.

 
A todo esto el abuelo me había tomado mucho cariño y … yo a él.
Todas las mañanas me llevaba con él a caminar por distintos barrios de la ciudad.
Era mucho lo que andábamos y los dos volvíamos cansados y sedientos.



Él llegaba derecho a la cocina a preparar mi comida para  que yo repusiera  fuerzas, luego me acostaba y dormía largo y tendido ja ja ja. 
 
Los mejores lugares de la casa eran para yo dormir 







De la forma en que me tenían , más que princesa ¡era una reina!.

El lugar preferido para acostarme en las noches , era la alfombra junto a la cama de la abuela.
Luego que ellos apagaban la luz yo entraba y me echaba casi siempre allí, aunque algunas veces también en la del abueloo para que no se pusiera celoso ja ja ja .
Todas las mañanas los despertaba con alegría y ellos se ponían muy contentos al verme y yo también , porque al levantarse sabía que lo primero que hacían era darme de comer.
Salía al patio y recorría el jardín encantador, saludaba a los pajaritos y buscaba a Paco y Paca pues los quería conocer, pero ellos de día dormían en su cueva y no los pude ver nunca.
En verdad que ese jardín estaba muy lleno de vida porque sus alegres pobladores lo hacían vibrar con sus cantos … piar y zumbidos.
Yo me dormía al sol o buscaba la sombra según la hora del día.
Mi vida se deslizaba muy placentera entre tantos mimos … cantos y flores.
 

De tantos lugares que recorrí mientras paseaba con el abuelo, conocí perros de distintas razas que se  querían hacer amigos míos.
Pero hubo uno que me seguía de lejos y se atrevía a llegar hasta la casona. Él estaba enamorado de mi y yo de él.
Queríamos estar juntos todo el día. Como vivíamos en casas separadas no podíamos, así que decidimos que el día que encontrara la puerta cancel abierta me iría con él y así fue …, el abuelo se fue a dormir la siesta arriba y la puerta quedó mal cerrada.
¡Esa fue mi oportunidad!  Qué felicidad! Rápidamente salí a la vereda y de ahí a la Terminal de ómnibus donde muchas veces me encontraba con él cuando el abuelo me llevaba.
Así que alegremente nos fuimos juntos. Su ama nos iba a recibir a los dos ya que quiere mucho a los perros.
Fue entonces cuando dejé la casona donde fui muy feliz.   El amor me llamaba y con él me fui.
Los abuelos quedaron felices porque su Princesa encontró a su Príncipe y se fue con él.

Como ven, Princesa ya no está entre nosotros, se fue con su enamorado y los dos están muy felices, cuidada y protegida por su nueva ama.
Ella no sabe que aquél día la cancel quedó abierta porque  quisimos, para que ella pudiera irse con su enamorado y ser feliz junto a él.
Mucho la extrañamos, pero estamos contentos porque contribuimos a su felicidad.
Ella estará siempre en nuestro corazón como un dulce recuerdo que nos hace sonreír .
                    Abuela Hortelia.-

Un abrazo a todos y cada uno.
 










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