viernes, 23 de abril de 2010

EL GORRIONCITO DESOBEDIENTE.

Para mis queridos chiquitos va este cuentito que escribí para mis nietos de Tenerife.
El gorrioncito desobediente


Había una vez una pareja de gorriones que vivían muy felices en el árbol de un jardín que en Primavera se llenaba de flores y alegría.
Como era tiempo de crear su propia familia, la gorriona estaba echada en el nido empollando los cuatro huevitos que había puesto para tal fin.
Cuando llegó el momento nacieron los pichoncitos; tres hembritas y un machito.
Los padres se afanaban en traerles comida a sus hambrientos retoños, que en forma permanente la reclamaban.
Así fueron pasando los días; empezaron a salirles plumitas y mamá gorriona les contaba que cuando ellos pudieran volar, verían cosas muy hermosas: arroyos, ríos, montes, grandes extensiones de campo, ciudades y pueblos cercanos. Tendrían todo el cielo para ellos, pero antes papá y mamá gorrión les tenían que enseñar a volar. 

Les decían: " hay que fortalecer las alas y, para ello, les enseñaremos algunos ejercicios". Al principio volarán trechos muy cortos, y luego se harán más largos, hasta que un buen día podrán irse muy lejos para luego regresar al nido.
Así fue que todos los días hacían los ejercicios y en una ocasión en que los padres salieron en busca de comida, ¿qué se le pudo ocurrir al machito?, pues querer volar por su cuenta, ya que pensaba que estaba pronto para hacerlo, aunque sus padres nada le habían dicho.
Sus hermanitas no querían que lo hiciera, pero él, desobedeciendo el pedido abrió sus alitas y se lanzó fuera del nido, pero con tanta mala suerte que en vez de volar cayó como plomo al suelo.
El impacto fue muy fuerte y sintió que no podía mover una de sus alitas, ¡se había lastimado!. Y ahora ¿qué hacía?, sus padres no estaban para ayudarlo y sus hermanitas nada podían hacer por él.

Entonces se puso a piar en forma lastimera y, ¡por suerte! fue escuchado por la dueña del jardín, una abuela que amaba enormemente a los pajaritos y, al verlo herido, lo levantó del suelo con mucho amor y lo llevó para adentro de la casa, lo acomodó entre blandos trapitos en una cajita y ahí lo cuidó con mucho amor por varios días.
Así que una vez que lo vio entrenándose para volar, lo llevó debajo del árbol donde lo encontró y esperó que los padres lo vinieran a buscar.
Luego de un tiempo (de él estar llamando) llegó su mamá quien sintió gran alegría al verlo, pero igual lo regañó por desobediente.

Así que empezó a alentarlo para que fuera volando trechos cortos bien bajitos sobre la gramilla.
De esa forma estuvieron un largo rato hasta que acompañado por su mamá levantó vuelo hacia el nido, donde fue recibido con gran algarabía por sus hermanitas, que vieron cuando la anciana lo levantó del suelo, así que estaban seguras de que él un día volvería.

Su desobediencia le costó cara por el sufrimiento que le ocasionó, pero le sirvió para aprender que no hay que desobedecer a los padres, pues ellos saben cuando sus hijos están prontos para darles libertad.
Y ... colorín colorado ...este cuentito se ha acabado CON UN ABRAZO PARA TODOS Y CADA UNO.

1 comentario:

  1. Que bonitooo!!! y que afortunados todos,que tenemos a alguien que vele por nosotros!!!
    Los padres: nuestros guias hasta que decidimos volar, y la base de todo aquello que un dia seremos!!!
    Graciassssss!!!!!
    Annie

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