sábado, 1 de septiembre de 2012

DIENTÍN
El conejito travieso.

Había una vez unos papás conejos, que estaban muy orgullosos de sus numerosos hijitos, pero había uno llamado Dientín que era muy travieso; cuando sus hermanitos salían  a jugar, él se escapaba y se iba  bosque adentro a divertirse con los animalitos que allí vivían.
Claro, luego llegaba la hora de merendar y de Dientín ni noticias, ya que estaba tan entretenido con sus amigos que se le pasaba el tiempo volando y, cuando llegaba a su casa la mamá lo reprendía, ya que no le gustaba que se alejara mucho de la casa porque podía ser atacado por algún animal feroz.
Él quería mucho a su mamá, pero era tan lindo ir a jugar con sus amiguitos del bosque que siempre terminaba desobedeciéndola.
Un día, ella, cansada de reprenderlo y para saber donde andaba, decidió colgarle unos cascabeles al cuello. Por un tiempo esto dio resultado, pero un día, mientras jugaba a las escondidas se le enganchó el collar con tanta mala suerte que no pudo soltarse, entonces llamó a sus amiguitos para que lo ayudaran a salir de tan difícil situación.
Todos intentaron aflojar el nudo, pero ninguno lo pudo lograr, hasta que Piquita, una pajarita muy habilidosa logró desatarlo pero los cascabeles cayeron  rodando en un pozo de donde, era imposible sacarlos.





Así que volvió a su casa antes de la hora acostumbrada todo disgustado, sabiendo la reprimenda que recibirá de mamá coneja.
Y así fue; entonces ella decidió que mientras sus hermanitos se fueran a jugar, él quedaría ayudándole en las tareas de la casa, decisión que fue apoyada por papá conejo
Al tercer día, mamá coneja, sintió unos golpes en la puerta de entrada y, al abrirla, se encontró con un grupo de animalitos del bosque que venían a saber que pasaba con Dientín que mucho extrañaban su presencia..


La mamá de Dientín, al ver que su hijito era tan querido por sus amiguitos, decidió perdonarlo , pero con una condición, ya que él era tan distraído, que ellos se encargaran de recordarle la hora de regresar.
Ellos así lo prometieron y lo cumplieron; nunca más llegó Dientín tarde a su casa para no preocupar a sus padres y hermanitos que tanto lo querían.
Dientín y sus amiguitos jugaron y jugaron por mucho tiempo, hasta que un día se enamoró de una linda conejita llamada Coni y formó su propia familia; entonces él, empezó a preocuparse por sus hijitos, y si le salió alguno travieso, mucho se habrá acordado de la preocupación de sus padres por él.
Y … colorín, colorado este cuentito se ha acabado.
Ser puntual, es respetar y considerar al otro.


Un abrazo a todos y cada uno.

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