Estamos en un bellísimo Otoño de cielos azules sin la presencia de una nube, temperaturas casi que de verano, pero con la calma propia de la estación, una calma que se mete dentro de uno y lo llena de paz. ¡qué disfrute!. Mi jardín sigue verde y florecido, sólo el fresno de frente a mi puerta acusa la llegada del Otoño.
Foto tomada hoy
Nuestro jardín en Otoño...
… va cambiando su fisonomía lentamente ; las plantas se van despojando de su verde follaje como con pereza, con parsimonia, con desgano, mientras cambian sus colores. ¡Son tan bellas en todo su esplendor!, pero el otoño con sus días todavía cálidos y soleados las incita a no quitarse sus vestiduras aún y ellas no tienen todavía ninguna prisa en hacerlo, hay que seguir regalando y embelleciendo el jardín con sus flores, con su verde; seguir recibiendo la admiración, los halagos y cuidado de quienes tenemos la costumbre de hablarles y agradecer todo lo que nos dan sin pedirnos nada a cambio.
¡Cuánta generosidad!. Muchas han terminado su floración, pero otras continúan dándose, como en una última entrega llena de amor infinito.Cuando todas hayan perdido su follaje y entregado al reposo en el frío invierno, cuando la energía que las anima se desplace hacia sus raíces, dormirán y soñarán con príncipes y hadas que las vendrán a despertar en primavera y volverán a engalanarse con sus más hermosas vestiduras y florecerán con los más bellos colores y formas exhalando los más exquisitos perfumes, y volverán a ser visitadas por los colibríes, abejas y mariposas que son sus incondicionales amigos con quienes tendrán largos diálogos de amor.
Volverán a mecerlas la brisa; el jardín se llenará de susurros, aleteos de mariposas, piar de pájaros, zumbidos ¡VIDA!.
Tenemos que aprender del Reino Vegetal a tomar tiempo, recogiéndonos en nuestro interior, a acallarnos y saber esperar al príncipe que nos vendrá a despertar.
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