Tomás de Iriarte
(Puerto de la Cruz, 1750 - Madrid, 1791)
Escritor español. Fue junto con Félix María de Samaniego uno de los fabulistas más importantes del siglo XVlll.
Conocido por sus Fábulas literarias, consideradas de mayor calidad poética que las de Félix María Samaniego y donde abunda un elemento muy raro en este tipo de composiciones, la originalidad, también en los aspectos formales, ya que ensaya gran número de estrofas y versos que se adaptan curiosamente a los temas tratados en ellas, haciendo alarde de un gran dominio de la versificación. Muchas de sus fábulas incluyen alusiones a literatos de la época y en el prólogo reivindica ser el primer español en introducir el género, pasando por alto las contribuciones de su enemigo Samaniego.
Su mayor popularidad se debió a las Fábulas literarias (1782), publicadas un año más tarde que las de Samaniego,
donde reunió una serie de poemas satíricos y moralizantes que encierran
muchas veces una burla feroz de sus coetáneos. El autor aplicó a estos
apólogos los preceptos clasicistas, se hizo eco de las ideas estéticas
imperantes en su tiempo y se sometió a las reglas de universalidad,
unidad formal y didactismo.
A pesar de que sus versos presentaron una mayor
variedad métrica que los de Samaniego, y buscaron la máxima sencillez y
claridad, las rimas resultaron un tanto forzadas y nunca alcanzaron la
vivacidad de las de su rival. No obstante, el gran acierto del autor
consistió en trasladar fielmente al género fabulístico las normas
dictadas por la preceptiva, como puede apreciarse en piezas como "El
burro flautista", "La mona", "Los dos conejos" o "El caballo y la
ardilla".
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El burro flautista Ésta fabulilla, salga bien, ó mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercose a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar; y sonó la flauta por casualidad. Oh! dijo el borrico: ¡qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal! Sin reglas del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.
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El buey y la cigarra
Arando estaba el buey, y a poco trecho, la cigarra, cantando, le decía: ¡Ay!, ¡ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho! Pero él la respondió: Señora mía, si no estuviera lo demás derecho, usted no conociera lo torcido. Calle, pues, la haragana reparona; que a mi amo sirvo bien, y él me perdona, entre tantos aciertos, un descuido. Moraleja: ¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil! Una cigarra al animal más útil. Mas ¿si me habrá entendido el que a tachar se atreve en obras grandes un defecto leve?
***
El sapo y la lechuza
Una
lechuza encontró buen refugio, en el hueco de un gran árbol. Y como sus
hábitos son nocturnos, nunca dejaba el hogar en horas del día, por lo
tanto sus vecinos no la conocían.
Un día, paso un sapo y se detuvo bajo el gran arbusto y le dijo: -Señora lechuza, ¿porque no asoma su cabeza, por la ventana así podremos comprobar si es bella o fea como suponemos?-. La lechuza se asomó, mirando fijamente al sapo - que era mucho mas feo que ella- y le respondió: -Es verdad no soy bonita, por eso no salgo de día, pero usted que hace por aquí a estas horas, haciendo gala de su belleza, ¿No estaría mejor metido, dentro de algún agujero? Moraleja: Algunos vanidosos, que creen ser perfectos, por mostrarnos sus galas nos muestran sus defectos.
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Vayan comparando para ver que fabulista les gusta más.
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miércoles, 11 de septiembre de 2013
Tomás de Iriarte
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