(Château-Thierry, Francia, 1621-París, 1695) Poeta francés cuya fama se debe a sus doce libros de Fábulas,
consideradas modelo del género. Nació en una familia acomodada: era el
hijo mayor de un consejero del rey encargado de la guarda de dominios
forestales y de caza. A su llegada a París, en 1635, fue novicio en una
orden religiosa durante un año y medio y luego siguió estudios de
derecho. En 1652 compró el cargo de maestro particular trienal de Aguas y
Bosques y en 1658 heredó de su padre otros dos semejantes. El ejercicio
de sus funciones le dio ocasión de observar la vida rústica y le
permitió consagrarse a las letras al mismo tiempo.
de Esopo y dotadas de un agudo sentido del humor, fueron agrupadas en doce libros y publicadas entre 1668 y 1694. Las Fábulas constituyen deliciosas comedias y dramas en miniatura, con personajes excelentemente caracterizados, escritas en un lenguaje de gran naturalidad y fluidez expresiva; a través de ellas legó a la posteridad una visión irónica y un tanto escéptica de la sociedad.
A punto de marcharse de una charca seca, dos patos
fueron a despedirse de una tortuga.
-Adiós. Nos vamos a otra charca - le dijeron.
- ¡Quiero ir con vosotros! - replicó ella.
-Pero no sabes volar- dijeron los patos.
-¡Tengo una idea - repuso ella-. Tomaréis una rama con el pico y yo me sujetaré a la rama con la boca.
Y asi lo hicieron. Al pasar por encima de unos sembrados, los campesinos gritaron asombrados:
-¡Venid! ¡Mirad! ¡Una tortuga volando!.
- ¡A que soy maravillosa! -gritó ella orgullosa.
Pero al hablar soltó el palo y se estrelló contra el suelo.
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Si te aplauden, acepta el éxito con modestia
y no trates de obtener mayor admiración.
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EL RATÓN DE CAMPO Y EL RATÓN DE CIUDAD.
El ratón de ciudad invitó a comer a su casa al ratón de campo:
- Acompáñame y verás lo que es la buena vida.
En la ciudad, mientras mostaba a su boquiabierto amigo la despensa, una mujer abrió la puerta. Espantados por el ruido
se lanzaron al agujero de su madriguera.
Al rato volvieron a buscar queso, pero apareció un niño y tuvieron que correr a esconderse de nuevo.
Hubo una nueva ocasión para comer, pero esta vez se presentó el dueño de la casa. Entonces el ratón de campo dijo:
-¿ Y a esto le llamas vida?. Yo me alimento de trigo, pero no sufro tales sobresaltos. ¡Adiós!.
A veces, para disfrutar de la tranquilidad,
es necesario renunciar a ciertos lujos.
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Espero les resulte de utilidad estas sencillas fábulas.
Un abrazo a todos y cada uno.
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