Quiero contarle a mis lectores de menor edad, que cuando abuela Hortelia era niña - hace muuuchos años-, era muy común que los niños jugáramos con un mamboretá-o tatadios como se le conoce vulgarmente-, también con los que llamábamos "guitarreros", con los "toritos", caracoles, mariposas, o correr detrás de los huidizos "panaderos", ese plumerillo que iba cargado con su "pan"- teníamos que quitárselo como si fuera un trofeo-. También en las noches de verano cazábamos luciérnagas o "bichitos de luz". En nuestros juegos estábamos siempre en contacto con los Reinos de la Naturaleza, eso nos hizo amarla y respetarla desde temprana edad, porque supimos ver los tesoros que ella tenía para darnos en nuestra niñez.Por eso esto que ahora les paso a contar, es como llevarme de la mano a aquél tiempo feliz.
El Mamboretá o Tatadios
Luego de almorzar me fui al jardín aprovechando la buena
temperatura y que la tierra estaba floja y húmeda, ideal para hacer
transplantes.
¡Buen ejercicio practicar jardinería! …, agacharse,
estirarse, enderezarse y también enredarse el pelo en las ramas de las plantas.
De pronto siento que algo se me prende en el costado de la
cabeza; la primera reacción es pasarse la mano para quitarse lo que sea, … lo
hice una vez …, en la segunda intentona agarré algo que tiré al piso, parecía
una hoja porque era verde … pero mirando bien, vi que era ¡un mamboretá!.
Darme cuenta y levantarlo del suelo ¡fue todo uno! …,
¡pobrecito! …, ¡ si habré jugado con ellos siendo niña!, preguntándoles ... ¿dónde
está Dios?, y esperar que levantara una patita hacia arriba como señalando el
Cielo para mi alborozada inocencia!.
Me puse a observarlo mientras le hablaba y veía los
movimientos de su pequeña cabeza con sus grandes ojos, … para un costado …para otro … arriba … abajo;
las patitas con sus serruchitos hacían cosquillas en el dorso de mi mano.
Luego de hablarle un tiempo - tengo costumbre de hacerlo con todos los bichitos - decidí dejarlo ya que tenía que continuar con mi tarea, y para ello lo arrimé a una planta pensando que encantado se iba a subir a una de sus hojas pero …, pues no …
parece que le gustaba más mi compañía y conmigo se quedó. Así que me fui con él
sobre el brazo a continuar con lo que estaba haciendo …, barrí …, moví macetas
…, me agaché …, me levanté y el me acompañaba muy agarrado a mi buzo,
paseándose por él.
Cuando terminé, salgo a la vereda y le muestro a una amiga
el personaje que me acompañaba encantado de estar conmigo y … yo con él. Como
tenía que salir … y no lo iba a llevar, lo puse en la jardinera de mi balcón ..., lamentando hacerlo.
Su presencia me hizo ser niña otra vez, iluminando mis ojos
y llenando mi rostro de sonrisas, ¡cuánto se lo agradezco!; son momentos
irrepetibles que nos retrotraen a la feliz época de nuestra niñez y que hay que saber valorar.
QUERIDA HORTELIA
ResponderEliminarDIOS TE HA BENDECIDO CON LUZ ESPECIAL .
REALMENTE ES MUY HERMOSO TU BLOG Y TRANSMITE TODA LA BELLEZA QUE ENCIERRA TU ALMA ,
GRACIAS POR PERMITIRNOS ENTRAR EN TU MAGICO MUNDO. <3 <3 <3
Gracias Araceli ya me di cuenta que eras tu, la maestra tan querida de mi hija.
EliminarUn beso grande.
Gracias por tus palabras, pero soy simplemente una abuela a la cual Dios hizo que mis nietos nacieran lejos, para así poder compartir con otros "nietos" todo el amor que tengo para dar a mis nietos de sangre. El plan de Dios es perfecto en cada uno de nosotros si sabemos verlo.Es una verdadera bendición que a los 80 años cumplidos yo pueda estar predicando amor a través de estas páginas, que según la estadística lo leen hasta en Australia y Arabia Saudí, algo que nunca soñé. No se de donde eres, y me gustaría saberlo.
ResponderEliminarMi correo: horteliadiaz@hotmail.com, cuando gustes me puedes escribir.