Esta es otra hermosa lectura que nos deja una gran reflexión.
¡Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos sido, abeja, murciélago o buitre!
Acá les dejo este otro ejemplo de cómo nosotros al no estar atentos a lo que verdaderamente somos, podemos pasar la vida como lo que no somos, simplemente dejándonos llevar por nuestro entorno cotidiano.
ÁGUILAS Y GALLINAS
Hace muchos años escuché la historia de un pichón de águila que se crió entre gallinas y vivió como gallina,aunque seguía siendo un águila.
Todo comenzó cuando un huevo de águila rodó montaña abajo y no importa cómo, vino a dar a ese lugar en que vivían unas gallinas y sus polluelos al pie de la montaña. Una gallina lo empolló con sus propios huevos, junto a los cuales, había caído y el día llegó en que el pequeño aguilucho rompió su cascarón y dio sus primeros tambaleantes pasos en medio de los pollitos.
Durante muchos días el aguilucho caminó como los pollitos, se alimentó como ellos y vivió como ellos. Pero creció más que ellos y muy pronto tenía el tamaño de las gallinas. Y como las gallinas siguió viviendo;caminando con torpezas y comiendo encorvado, las migajas del suelo.
Hasta que, en una de las raras ocasiones en que el aguilucho levantaba la cabeza, alcanzó a ver un animal extraño que pasaba volando sobre el gallinero, Fascinado por el vuelo del ave desconocida, miró como se elevaba y planeaba majestuosa con sus alas extendidas. Día tras día el aguilucho contempló embelesado aquella figura que volaba sobre los árboles y se elevaba allá lejos hasta los picos de la montaña vecina.
En una de estas oportunidades, excitado por el espectáculo, batió sus alas y entonces, por primera vez, notó que eran parecidas a las del ave maravillosa. Miró a sus compañeros que picoteaban del suelo a su alrededor y vio que sus alas eran diferentes, cortas y rígidas.
Al bajar la vista comprobó que sus patas y las des sus amigos eran distintas. Él tenía unas extremidades poderosas que terminaban en garras afiladas, iguales a las del ave del cielo. Decidió entonces hacer lo que hacía el ave maravillosa, volar.
Al fin y al cabo si eran tan parecidos podrían hacer cosas parecidas. Con mucho trabajo fue caminando montaña arriba hasta llegar a un lugar adecuado, a pocos metros del suelo, desde el cual intentar su primer vuelo.
Como su confianza era plena, logró su propósito. En pocos minutos se encontró volando sobre el lugar donde seguían picoteando las gallinas. Entusiasmado batió sus alas y se elevó, más y más, por encima de los grandes árboles hasta las alturas del ave maravillosa.
Y en pleno vuelo se encontraba cuando el águila de la montaña pasó volando muy cerca y el aguilucho vio que no eran parecidos. ¡Eran iguales!.
Y el águila que nació como gallina y se crió como gallina ya no pudo volver al gallinero. El llamado de los vuelos de la altura es irresistible. Eran sus vuelos. Su manera de vivir. Con los suyos. Las águilas.
***
¡Cuántas personas viven como gallinas a pesar de haber recibido del Creador las alas del águila!.
Son realmente pocas las personas que reconocen la diferencia y ven la realidad. Son minoría absoluta los hombres y mujeres que,conscientes de su poder, extienden sus alas y viven en el nivel que deben hacerlo, sin arrastrarse a picotear las migajas del suelo.
La vida se nos dio para hacer cosas grandes, no para durar mediocramente con la vista clavada en la tierra y las alas plegadas, anémicas por la inactividad.
Una vez que comprendemos el verdadero potencial a nuesta disposición solo queda la decisión final: águila o gallina. La elección por el gallinero es causa de futuras frustraciones. En nuestra intimidad sabemos que estamos construidos para volar en otras alturas, pero el gallinero es seguro y la comida es barata y la lucha interior entre la excelencia y la mediocridad hace sufrir.
La decisión por el vuelo a gran altura es la única acertada.
Un abrazo a todos y cada uno.
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