EL ARCO IRIS Y LA ALONDRA
Había una vez una pequeña alondra que soñaba con llegar hasta el Arco Iris.
Sus padres, hermanitos, abuelos, primos y amigos la escuchaban hablar de su sueño.Algunos le decían que a eso nunca lo lograría; otros, más optimistas, la alentaban para que pudiera cumplirlo. Ella se practicaba haciendo ejercicios para fortalecer sus pequeñas alas, soñando con el momento de llegar hasta él. Cuando vió que estaban lo suficientemente entrenadas, esperó la próxima lluvia y luego, cuando se formó el Arco Iris emprendió el vuelo; volaba, volaba, subía, subía, ¡hasta que por fín pudo llegar!.
Cuando estuvo frente a él le dijo:
_ Señor Arco Iris, no te imaginas lo que he soñado con llegar hasta tí.
_ Yo lo sabía, le contestó,- los ángeles me habían contado de tus ejercicios fortaleciendo tus pequeñas alas para poder llegar hasta mí.
_ Dime, pequeña alondra ¿qué quieres?.
Ella le contestó: un trocito de tu cinta de siete colores para llevárselo a mi mamá, ya que ella cada vez que te ve, se queda extasiada contemplando tu belleza; cuando te marchas queda triste, deja de cantar y dice:
_ ¡quién pudiera tener un trocito de él para poder contemplarlo, ¡es tan hermoso!.
_ ¡quién pudiera tener un trocito de él para poder contemplarlo, ¡es tan hermoso!.
_Como yo quiero mucho a mi mamá, deseo llevarle un trocito de ti para que esté feliz todos los días.
El Señor Arco Iris mirándo con mucho amor a aquella inocente avecita le dijo:
_ Dile a tu mamá, que la Naturaleza a cada uno nos da un don; yo soy una gota de agua que cuando me atraviesan los rayos del Sol me descompongo en estos hermosos colores que ella tanto admira. Yo la veo con qué entusiasmo canta cuando me ve, y deseo cantar como ella, pero ya ves que no me es posible, así que acepto lo que soy y trato de que mis colores sean cada ves más brillantes para que cuando me ven se regocijen con mi belleza.
- Una de las cosas que más me alegra, es cuando desde mi lugar contemplo a la Tierra y veo el alborozo de los niños cuando me descubren, y, señalándome con sus pequeños dedos comienzan a decir: - ¡el arco iris! ¡el arco iris! y se regocijan ante mi presencia.
_ Regresa y dile a tu mamá de mis deseos de cantar como ella, así cuando me vea, recuerde que yo también admiro su canto, tanto como ella admira mis colores-.
La pequeña alondra le agradeció al señor Arco Iris la lección que le dio y volvió muy feliz junto a su familia que esperaba ansiosa su regreso. Cuando su mamá se enteró del mensaje que le enviaba el señor Arco Iris redobló su canto, porque entendió que cada uno tiene que dar sus dones con alegría en el corazón, para que sea un hermoso regalo para quien lo recibe.
Desde ese momento todos fueron muy felices, ya que mamá alondra aceptó ser quien era.
Y colorín colorado, este cuentito se ha acabado, con un abrazo a todos y cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario