PETUNIA Y CHACURRA
Había una vez una granja poblada de: pavos y pavitos, patos y patitos, gallinas y pollitos, cerdos, conejos, también vacas y terneros, caballos y alguna vez potrillitos.
Los demás animales de la granja estaban atentos al momento en que esta vería aumentada su población; sobre todo las gallinas, que son más alborotadas.
Los dueños de la granja sabían qué día nacerían los cerditos, ya que tenían costumbre de anotar en un almanaque, cada vez que se ponían a empollar a las gallinas, si iba a dar cría una vaca, una yegua, o como en este caso, una cerda.
Así fue que una mañana los vieron pasar presurosos derecho al chiquero donde estaba Paquita, ya que el día anterior se había mostrado muy inquieta, señal de que no demoraban en nacer los cerditos.
Cuando llegaron ya habían nacido algunos, ¡se armó un revuelo! ya que la noticia llegó a los que estaban más cerca -las gallinas- quienes enseguida empezaron a cacarear alborotando a los demás.
Siguieron naciendo cerditos...¡diez en total!, -todos blancos como la madre- pero uno de ellos nació bastante más pequeño que los otros, muy debilucha - era hembra-, no se prendió a la teta de la madre como sus otros hermanos, así que vieron que la iban a tener que sacar para darle leche con cuenta gotas y ver de poder salvarla.
Con mucho amor la llevaron para la casa. En la cocina le formaron una camita con algunos trapos, y, con mucha paciencia le empezaron a dar leche con cuenta gotas.
Ella iba tomando muy despacito ya que se cansaba, pues estaba débil.
Así fueron pasando los días, y, Petunia -ese fue el nombre que le pusieron- empezó a mejorar, y un buen día probaron darle la leche en mamadera y se prendió del tete, ¡qué alegría!, ¡estaba salvada!.
Era un placer verla andar por la casa y en el entrepatio con su jardín, ¡cómo lo recorría!. ¡Era la reina de la casa, llena de mimos y cuidados!, bien blanquita, ya que no tenía donde ensuciarse.
Un buen día, luego de un tiempo, les trajeron de regalo a los granjeros una pequeña perrita, de color marrón claro, patas cortas, y muy vivaz, a la que le pusieron por nombre Chacurra.
Ni que dudar que la llevaron para la cocina y le armaron cama al lado de la de Petunia.En cuanto se vieron y olfatearon se hicieron amigas, y, de ahí en adelante fueron inseparables.
Jugaban juntas, comían juntas, paseaban juntas y cuando se cansaban... se acostaban a dormir, Chacurra encima de Petunia, ¡muy gracioso!.
Llegó el momento de sacarlas de la cocina y llevarlas a que compartieran el resto de la granja con los demás animales, ¡aquello sí que era fiesta! ¡con espacios tan grandes para recorrer!, pero Chacurra era muy bandida, y alguna vez la tuvieron que atar, porque corría a los otros animales ¡y aquello era un alboroto total!, pero Petunia siempre acompañándola.
Asi vivieron felices, siempre muy unidas siendo tan diferentes.
El Reino Animal siempre le está dando a los hombres lecciones de buena convivencia entre diferentes especies. Aprendamos de ellos.
Y... colorín, colorado este cuentito se ha acabado CON UN ABRAZO PARA TODOS Y CADA UNO.